domingo, 27 de mayo de 2012

EL MURMULLO

El murmullo empezó lejano una vez más. Aún antes de percibirlo ya lo presentía cercano. Aproximándose desde aquella lejanía insuficiente. Hacía unos días me había parecido detectar aquel murmullo en el silencio de la noche, mientras pensaba a solas en mi iceberg que suavemente flotaba sobre la marea de melancolía de la cual está conformado el océano de las horas vacías de paz. Una mañana desperté y estaba ahi. Simplemente había llegado de nuevo. No se alejaba más, pero no se acercaba tanto tampoco. Era una sombra invisible para los demás. Pero yo la veía. Estaba ahí. La envolvía una tenue densidad, como aquella de la cual surgen los espectros a medianoche. Antes de abrir los ojos escuché tu voz violenta devolviéndome a la luz de la mañana y, al dejar de vociferar, me di cuenta. El murmullo. Ya no era puro el silencio. Sólo era puro el cielo. La luz. Era seguro que el mar seguiría allá en la costa verde. Pero también era seguro que el murmullo, de nuevo, me seguiría a todas partes, pues en cierto modo yo sabía que esa mezcla de voces confusas y que luego se condensaban en un sola voz áspera y destructiva, al final, desde siempre, había provenido de mi.

Prosigue el devenir de sensaciones desquiciantes. Mi mente se atribula. La voz suya no se detiene. Sale de tu boca a borbotones. Luego sale de mi mente. Te veo marcharte. Te siento lejana. Voy a echarte de menos. Sólo deseo silencio y calma. No sé por qué se hiere la mañana tan hermosa, con cuchillas heladas que se entierran sobre heridas ya cerradas, que nuevamente vuelven a sangrar conformando la esencia de un ciclo que se ha repetido al parecer por vidas y vidas a lo largo del tiempo. No hay que ser devoto de los conceptos del karma ni de los aparentes efectos iluminadores de la ayahuasca para entender. Este barco hace agua. El fondo helado del mar espera por nuestros cuerpos nuevamente, para aprisionarlos en la helada longevidad del eterno castigo. El olvido sin embargo no es eterno. En otra vida volveremos a herirnos y el murmullo, para mi, siempre volverá y me encontrará, poco después de recordarte como una amada sensación de origen o pertenencia. Yo soy de ti, y tu de mi. Asi es, la historia sin fin.