miércoles, 14 de julio de 2010

Casa de mar

Así,
sin más,
la marea inundó mi casa de playa
y nadie pudo salvarse.
Al irse
sólo quedó la arena desierta.
Desierta de vida
de voces
de abrazos. 
Lo mismo pasó con las casas de madera de los vecinos cercanos.
Esto ocurrió hace tantos años.
Yo era un niño.
Ahora nadie habita esa playa aún.
Uno va...
se sienta de espaldas a las ruinas...
mira el mar.
Despues de un rato se olvida uno de las casas enarenadas y de las vidas que ahi hubo.
Se ve triste, vacío, todo lleno de arena, todo lleno de aire y de mar
todo lleno de silencio.
Hay que irse caminando, sin decir nada. Solo habla el recuerdo.

Y me voy.
Recordando la infancia
en el mar.