jueves, 18 de agosto de 2011

EPPUR SI MUOVE

Flotamos en el espacio, surcando el cielo a traves de las nubes. Un pequeño avión nos sostiene a miles de pies sobre las montañas, a menos kilómetros que los que habitualmente nos separan del Sol.
Veo a uno leyendo sobre Cristo. Eso dice la tapa del libro que sostiene. Otro lee una novela. Otro más lee sobre marketing personal. Y yo, que estoy leyendo El arte de amar, de Fromm, me pregunto si las drogas, el alcohol, el trabajo en exceso, la ansiedad por el sexo, conducir aprisa, son en verdad actos con que los seres humanos buscan alejar la soledad. La soledad siempre aparece en mi vida y me sorprende. ¿Es ella causada por la sensación de que el ser amado nos abandona? Y esta sensación ¿es debida a que sentimos que ya no nos ama el ser amado tal como uno necesita, cree o estuvo acostumbrado a ser amado inicialmente? ¿Se mezclan entonces sentimientos de frutración por sentirnos estafados emocionalmente?
Entonces dejo el libro. Hace rato que no lo leo. Me he quedado pensando. Viendo. Escuchando. Atras de la cabina la luz del sol ingresa anaranjada y hermosa por las ventanas.
Sin voltear hacia ti tomo tu mano derecha con la izquierda mia. Al siguiente segundo volteo lentamente hacia ti. Me gusta la luz del Sol. Me olvido de eso. Te hago una pregunta. Me respondes. Reflexiono sorprendido por la respuesta. No sabía que tu también te habías llegado a sentir asi. Que sentías que yo aveces te humillo, te lastimo y te exploto. ¿Sabrás tu acaso cuántas veces yo siento que tu me haces sentir esas cosas? Y ya no son novedad. Pero el corazón es un aprendiz, y, poco a poco, vamos calentando el Sol.

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El tren se mueve lentamente, mientras nos envuelve la niebla fria y cercana. Afuera, un paisaje que parece un páramo inglés, como el que imagino a partir del recuerdo del Sabueso de los Baskerville, pero, sin embargo, a pesar del frio común, en contraposición a ese, hermoso. El sol corta con sus rayos la niebla a lo lejos. Las sombras de algarrobos y otras especias de árboles serranos se yerguen entre la niebla. No todas sus ramas se distinguen. Sólo las gruesas.
Los rayos del Sol lejano y débil iluminan el lento pasar de las figuras que aparecen al lado del camino.Tanto miro hacia afuera que de pronto caigo en la cuenta de que tu me estas mirando a mi, y tu mirada es tierna, es cálida, es hermosa. Lo más hermoso que he visto jamás.

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