domingo, 30 de noviembre de 2008

Las Manos (j.watanabe)

Mi padre vino desde tan lejos
cruzó los mares
caminó y se inventó caminos,
hasta terminar dejándome sólo estas manos
y enterrando las suyas
como dos tiernísimas frutas ya apagadas.

Digo que bien pueden ser éstas sus manos
encendidas también con la estampa de Utamaro
del hombre tenue bajo la lluvia.
Sin enbargo, la gente repite que son mías
aunque mi padre multiplicó sus manos
sólo por dos o tres circunstancias de la vida
o porque no quiso que otras manos pesasen sobre su pecho silenciado.

Pero es bien sencillo comprender
que con estas manos
también enterrarán un poco a mi padre,
a su venida desde tan lejos,
a su ternura que supo modelar sobre mis cabellos
cuando él tenía sus manos para coger cualquier viento,
de cualquier tierra.

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