jueves, 5 de agosto de 2010

El samurai. La samurai del desierto.


La máscara de suciedad no se ha quitado de tu rostro maldito amigo mujer, maldito amigo mujer.
La máscara de polvo no se ha quitado de tu piel querida amiga de ayer.
No importa si caminaste por el desierto y tuviste una mano amiga, una mano amante, o si andaste entre mercaderes y beduinos.
Tu anduviste caminando por el desierto y el polvo ocre,
la tierra roja y la inmundicie de la intemperie toco tus mejillas niñas,
tus manos madres
y tus pechos mujer.
Tu mirada vieja se hizo joven pero lloró...
hizo un oasis ahi mismo en el desierto.
Y esos sollozos,
esos llantos de hielo,
esos suspiros paganos a la luz de una fogata a punto de apagarse en medio de la soledad del desierto, mientras actuabas el rol de heroina,
no impidieron que la arena pegada al rostro se resistiera al paso de las lágrimas y el tiempo.


Camina sola soldado cansado.
Camina.
Camina solo hombre.
Camina indio temeroso; camina.
Camina soldado despiadado, sucio, solo, triste, agresivo, temeroso, asesino,
con el dedo en el gatiilo y el deseo entre las piernas...
muerto de frio.
Hinca tu cuchillo sobre todos los cuerpos a tu paso y cerciórate de que ninguno sea cadáver falso, esperando por ti,
listo a ponerse de pie apenas le des la espalda
para con su penúltimo brio
atacarte por la retarguardia, doblegarte, matarte y hacerse de un poco de tu preciada ración de agua.

Recuerda la laguna.
Recuerda.
Los pecesitos.
Los renaguajos.
El sol.
El sonido del agua y un chapoteo a lo lejos.
Un sapo?
El mundo?
Busca el agua. Busca el rio. Alcanza la laguna.
Recuerda.
No has perdido a nadie.
Tu eres tu.
Ese es tu nombre.

No hay comentarios: