miércoles, 3 de diciembre de 2008

Bala certera

El problema en el que deviene el impacto certero de un proyectil bien disparado hacia uno es que en muchos casos suele arrebatarte la vida, sin mencionar ya lo incómodo y antiestético que implica el que te agujereen el organismo. Por ejemplo, si te cae en el pómulo o cerca de cualquiera de las orejas, ten por seguro que te desbarata el equilibrio que tienes entre tu alma y tu cuerpo. Supongo que me crees. ¿No? Mira. Cuando a mi me mataron recuerdo bien que me impresionó la sensación que tuve. Claro, mi muerte fue bastante romántica y hasta tuvo un ligero toque artístico, si se puede decir; digamos como a final de película coppoliana con banda sonora de fondo de Vangelis o Morricone, o algo asi. Pero ahora no te diré cómo pasó exactamente. A lo que voy es a lo de esa sensación que te mencioné. Era como sentir que el motor se te va desacelerando, mientras entras en un estado de percepción especial, nebuloso, medio citoplasmático o de laguna mental. Lo más interesante es que piensas que aún no vas a morir, pero de pronto empiezas a sentirte como en cámara lenta y todo lo percibes de una forma que JAMÁS imaginarías. Los parámetros de tus sentidos se alteran, rebasan fronteras. Escuchas diferente, ves como a través de agua, no percibes temperatura alguna. Puedes oir el explotar de la cabeza de una hormiga cuando la pisas sin premeditación al tambalearte, tal y como puedes no sentir que un avión de AirAlgo se acaba de estrellar en tus músculos trapecio y dorsal ancho. Otra cosa de la que no te percatas es el tiempo. Tu agonizar puede durar tres segundos, pero a ti pueden parecerte tres horas o tres dias o quizás al revés. De todas formas morir siempre resulta ser interesante como materia de reflexión un poco después. Nunca dejas de preguntarte de cuántas otras maneras podrías haber fallecido o quizás sido victimado. En todo caso, cuando llegas al rango de occiso, creo que guardas para siempre una rica experiencia dentro de ti, fuente recurrente de pensamientos afines y reflexiones al respecto. Y, dime. ¿Tu de qué moriste?

1 comentario:

K. dijo...

Hasta hoy, de pena.
.
.
.
bueno el post.
Abrazos,
K.