miércoles, 31 de diciembre de 2008

Partida en avión, peor que partida en bus.

No recuerdo por qué, pero en el instante en que me dijo adiós me contuve antes de que notara que su despedida me estaba consumiendo de dolor como nunca antes habíame consumido dolor alguno. Era la vida misma que se despedía, y la esperanza última de ser verdaderamente feliz algún dia.
Un dia amargo se la había llevado ya el pasado una lejana vez. De mi lado se me fue su piel abrazada y me quedó un polvo que vino volando desde el desierto, mientras un bus se la llevaba hacia un árido jamás.
Esta vez era un avión el que se alejaba con el alma querida que llevaba hacia la noche infinita las lágrimas vertidas en las mejillas del Sol.

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