miércoles, 7 de enero de 2009

Campesino de sangre

Es una necesidad. Si. Y la sangre la hay. Si. Me pongo una via endovenosa pero directa en la arteria, no en la vena. El flujo es caudaloso. Sale como un chisguetazo rojo (a diferencia del lento fluir de la sangre oscura venosa). Y bueno. Conecto la via por un lado a una arteria, puede ser la braquial o la radial (la radial duele más), y el otro extremo de la via lo coloco en el polo proximal de mi modificado lapicero Faber Castell, punta gruesa (ex color negro o azul - la verdad no recuerdo - ahora color blood). Y empiezo a ver la sangre fluir, desde el brazo, a la via de plástico flexible delgado y transparente, luego al cuerpo del lapicero, a su punta y, finalmente, al papel.
Como digo: sangre, la hay. Pero no siempre ocurre que se me ocurre algo bueno en qué utilizar la sangre. Y la sangre me la tengo que sacar de todas maneras. Es una sangría sobre el cuaderno. para llenar las páginas. Para vaciarme de elementos. Yo soy su medio de pintarse sangrados en un mundo secreto, pero menos olvidado que mi sistema dual de sueños interno-externo. Y necesito escribirlo, inventar algo bueno que sea digno de contarse, de escribirse, para salvarlos, para liberarlos y que se muevan libremente fuera de mi mente, respirando el mundo free. Pero a veces no lo logro. No logro un inspirado pensar y me engaño al escribir ordinarios textos como este, que sólo sirven al fin fisiológico de hacerme una sangría terapéutica, que libere mi presión mental, aunque no sirva al fin de crear entes alegres y dispersos con forma de versos longevos y risueños. Escribo asi, al borde del desmayo ante el sueño, pedazos de nada, basura en palabras sin esperanza alguna de siquiera merecer más de una lectura. ¡Qué vil sequedad que viene invadir mi campo! ¡Qué vil sequedad que viene a arruinarlo echando a perder los sembríos, dejándolo todo arruinado! Campesinos tantos hay, pero no todos saben cosechar como es debido. No es suficiente el campo donde poner el ser sembrado. Se necesita agua. Agua del Señor que riega el mundo. Agua del Señor que riega las arterias de los campesinos y sus venas. Campesinos los hay tantos. Pero no todos saben cosechar... y peor los brutos cuyos cultivos se estropean al no saberlos ayudar uno, a que puedan con éxito su propósito existencial alcanzar, aunque se nos atiborre la sangre.

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