domingo, 15 de febrero de 2009

Perdido


Hoy es un dia en el que las palabras calmadas de un discreto pensamiento tampoco alivian el dolor del vacio ni dan quietud suficiente que me saque del estupor, tras haber caido en el momento sin tiempo... fuera de éste. Saltan las estrellas al cielo de un dia que sólo lleva tres horas de duración, cuando empiezo a caer por el laberinto vertical de toda una noche embrujada, misteriosamente calmada, donde la ley de la gravedad parece no aplicarse, donde la ley de las probabilidades es un abanico que se reduce a mil quintas lunas, todas con el mismo rostro, el rostro de la quinta luna que me persigue desde aquella vez... aquella vez... esa vez...

Unos tantos extractos de inolvidables melodías sobrevuelan el pequeño punto que carece de latitud y longitud, ergo, cartográficamente irrepresentable. No venden mapas de mi mente. No hay guía de calles para perdidos dementes. Paso volando. Soy un ser alado, negro y azulado, un cuervo solitario... voy pensando. Cada cuanto escucho voces a lo lejos, todas son las voces de ella... se manifiestan como pequeñas luces sonoras, cual estrellas que representan sonidos provenientes del mundo exterior, que por su intensidad ingresan a mi mundo interior, a traves de la pared de mi mente. Veo aquellos puntos brillando en medio del devastador paisaje, el cuadro solitario que puebla mi mente. En estos aires dirigidos por el viento muerto la levedad del cuerpo, al percibirse la ausencia del suelo, es una sensación verdadera con sabor a mentira. No encuentro aqui bendición ni maldición, santidad ni malignidad. Ciertamente no hay felicidad en las flores de girasol, pero tampoco miseria ni desdicha en la sombra de los geranios nocturnos. No hay nadie, pero tampoco soledad. Sólo una pequeña y vaga idea de que todo ha quedado inconcluso, pero que, eso, ya no tiene la menor importancia.

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